Normas generales para el aprovechamiento de la biota faunística y florfstica

AutorOrlando Amores Terán
Cargo del AutorAbogado de profesión, obtuvo su título de doctor en jurisprudencia en la Universidad Católica de Quito
Páginas109-155
Capítulo VI
NORMAS GENERALES
PARA EL APROVECHAMIENTO
DE LA BIOTA FAUNISTICA Y FLORISTICA
1. NOTAS GENERALES
En los países del Tercer Mundo -según informes de especialistas-, los
elementos de la vida silvestre cumplen papeles importantes en la dieta de sus
poblaciones, por la variedad de plantas que proporcionan para ser empleadas,
tanto en la alimentación, como para fines medicinales.
No olvidemos que hasta hoy la leña es utilizada por amplios grupos hu-
manos como
el'
primer recurso energético que lo obtienen de árboles y ar-
bustos de los bosques naturales; inclusive, muchas de las fibras vegetales es-
tán siendo empleadas en diversos ámbitos de aplicación; del mismo modo, di-
ferentes fármacos proceden de plantas silvestres.'
Actualmente, la biogenética y la ingeniería biológica emplean genes
silvestres para el mejoramiento de especies domesticadas de animales y plan-
.
tas; el mismo control biológico del que hablamos. anteriormente, depende de
la generación natural de especímenes en estado silvestre.
De otra parte se dice que lo que hoy es el Ecuador, a la llegada de los con-
/ quistadores españoles, era un región cubierta de bosques, los mismos que por
la expansión de la frontera agrícola y el abusivo aprovechamiento de los ele-
mentos forestales, se redujeron a menos del 50 por ciento; a tal punto ha lle-
gado la irracionalidad recursi'sta que se estima que anualmente desaparecen
300.000 has. de bosques en el país.
Sin embargo, eI Ecuador es todavía extraordinariamente rico en lo que
se refiere a diversidad de vida vegetal; se afirma todavía que existe el número
más alto de especies de plantas por unidad de superficie en América del Sur,
como lo comprueba el hecho de que en el área del río Palenque (provincia de
1
Gonzalo Oviedo,
Recursos
Naturales, Editado por Fundación Natura, Quito, t986, p. 11.
110
los Ríos), se hayan registrado 800 especies diferentes de plantas nativas en una
superficie de 87 has.
2
Esto último hace considerar que el número-aproximado
de plantas nativas del país supera las 20.000 especies. A esto debemos agregar
1.500 especies de aves y 250 especies de mamíferos, con lo cual se sitúa al
Ecuador en condiciones equivalentes (respecto de la diversidad de biota en-
contrada) a la amazonía brasileña.
Pero
todos estos organismos silvestres son habitantes interdependientes
e interactuantes de los bosques; por esta razón, ha de notarse la estrecha im-
bricación entre biota faunística y florística, pues la devastación del bosque
conlleva la extinción de especies animales.
Hoy mismo, según el
Libro Rojo
(Red Data Book), publicado por, la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos
(UICN) existen 400 especies de aves, 305 especies de mamíferos, 193 es-
pecies de peces y 138 especies de anfibios y reptiles, en peligro de extinción.
Si a ello agregamos las 25.000 especies de plantas que se hallan amenaza-
das'', fácilmente colegiremos que, a fines de este siglo, el planeta tierra habrá
llegado a observar la más espantosa pérdida de biota jamás registrada, por
causas originadas en el actual modo económico de producción.
El comportamiento económico y su incidencia en la fauna silvestre
A continuación presentamos, un breve listado de animales de nuestra
fauna que se encuentran afectados por la interferencia que ocasiona nuestro
comportamiento económico en su hábitat:
Chorongo (Lagothrix lagotrichia), primate amenazado por la
cacería
para la obtención de carne y para la
comercialización de mascotas.
Entre 1969
y 1971
se exportaron 13.000 Chorongos a los Estados Unidos procedentes de
Colombia.
Mono Araña (Ateles spp), primate en peligro de extinción por la
indiscriminada cacería y la rápida destrucción de su hábitat.
Oso Hormiguero Gigante (Myrmecophaga trydactyla), edéntata cuyo
número continua disminuyendo por la
destrucción del bosque.
Flor de Balsa (Cyclopes. didactylus), edéntata que está siendo rápi-
damente
destruido por el hombre.
2
Gonzalo Oviedo, op.
p. 31.
3
Mario García y Luis Suárez,
Extinción de
Animales en el Ecuador,
Quito, Editado por Fundación
Natura, 1986, p. 13.
4
Mario García y Luis Suárez, op. cit., p. 13.
111
Pacarana (Dinomys branickii), roedor cazado
activamente;
está dismi-
nuyendo debido a su restringida distribución.
Oso de Anteojos (Tremarctos ornatus), carnívoro que está disminuyen-
do por la
destrucción de su hábitat,
siendo la población de Osos en el occi-
dente, la más afectada.
Nutria Gigante(Pteronura brasiliensis), carnívoro cuyo número está de-
creciendo alarmantemente, pues la
cacería por su pelaje
es la causa principal
para su destrucción.
Tigrillo (Felis pardalis), carnívoro cuya población suroccidental es la
más afectada por el humano que los
captura por su piel o para comercia-
lizarlo como mascota.
Jaguarundi (Felis
yagouan
p
undi),
carnívoro cuyas principales amenazas
son la
destrucción de su hábitat y la cacería comercial.
Gato Pajero (Felis colocolo), carnívoro que se ve amenazado por
la des-
trucción de su hábitat y la cacería.
Jaguar (Panthera onca), carnívoro en peligro inminente de extinción.
Tapir de la costa (Tapirus bairdii), perissodáctilo al que le afecta la
des-
trucción del bosque húmedo de la cinta
y la cacería humana, llegándose a de-
terminar, mediante una investigación en 1981, que existe solo una pequeña
población.
Danta (Tapirus pinchaque), perissodáctilo que aún sobrevive gracias al
difícil acceso que presenta el bosque montano oriental.
Garza Pico de Espátula (Ajaia ajaja) ha disminuido su población a causa
de la
cacería.
Garza Cucharón (Cochlearus cochlearus), se ha reducido su población
por la
cacería.'
Con este somero listado de animales en peligro de extinción, pretende-
mos llegar a ustedes con una invitación a meditar sobre aspectos económico-
ecológicos implicados en la desaparición de algunas especies, pues estas cum-
plen una función vital que sostienen la armonía en la naturaleza.
Para el siglo XVIII, los cañaverales devoraron los cultivos agrícolas y
devastaron los densos bosques antillanos, en nombre del progreso.
Este apogeo, rápidamente agotó los suelos, impidió la diversidad
alimenticia de la población y exterminó especies animales y vegetales autóc-
tonas.
6
5
Mario García y Luis Suárez, op. cit., p. 23-101.
6
Eduardo Galeano,
Las Venas Abiertas de América Latina,
Bogotá, Ed. Círculo de Lectores, 1985,
pp. 95-99.

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