Normas que regulan el aprovechamiento agropecuario

AutorOrlando Amores Terán
Cargo del AutorAbogado de profesión, obtuvo su título de doctor en jurisprudencia en la Universidad Católica de Quito
Páginas75-98
r
Capítulo IV
NORMAS QUE REGULAN
EL APROVECHAMIENTO AGROPECUARIO
Y EL USO SILVICOLA DE LA
TIERRA
I. DEL APROVECHAMIENTO AGRICOLA
DE
LA TIERRA
Notas Generales
Breves reflexiones sobre el comportamiento económico
en el aprovechamiento de la tierra
Las Naciones Unidas han determinado que 1.200 millones de personas
entran en la categoría de indigentes siendo, aproximadamente 500 millones,
los que padecen desnutrición actualmente.
De otra parte, Andrés Papandreu -Primer Ministro de Grecia-, declaró:
"Los últimos datos atestiguan que en el mundo, 90.000 personas mueren dia-
riamente de desnutrición, dando un resultante anual de 33 millones". Toman-
do en consideración que en 1984 se gastaron 700.000 millones de dólares en
la producción de armamentos y que para alimentar a una persona solo se
ne-
cesitan
dos dólares diarios, lo que da
un
resultado de 700 dólares al año, ten-
dríamos que con el dinero dilapidado, se podría salvar a 1.000 millones de per-
sonas (que viene a ser treinta veces más el número de los que se mueren al año
por desnutrición).
2
Si reparamos en estas cifras, hemos de concluir que por parte de los paí-
ses desarrollados existe un cínico desprecio por la vida; es que como están las
cosas actualmente, el ann amentisrno no mata únicamente con el empleo de las
armas, sino aún antes de ser utilizadas.
Cuando más catastrófica es la situación alimentaria en el mundo, más
perentoria se vuelve la necesidad que la humanidad tiene de aprender a pensar
1
Informe sobre Desarrollo Mundial, Banco Mundial, 1978, citado en: Desarrollo Rural basado en la
Conservación,
elaborado por PNUMA, FAO, UNESCO, 1980, p. 14.
2
Tiempos Nuevos,
Semanario Soviético, febrero 1985, No. 7, p. 11.
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y actuar de una nueva manera. Por ello resulta necesario poner en vigencia
conceptos nuevos de economía que incluyan en esta rama de la administración
de los bienes, los aspectos concernientes a la economía de la naturaleza.
Por tanto, se hace inevitable introducir en el precio de nuestros elemen-
tos naturales, el costo que su explotación comporta para la ecósfera, porque
de lo que estamos discerniendo, es de
la
descapitalización ecológica que la ex-
plotación abusiva y. desarrollista de los elementos naturales, va generando en
nuestro entorno.
A este respecto, José Lutzemberger considera que el valor que damos a
las cosas, no refleja su verdadero costo. El autordelManifiestoEcológico,trae
un ejemplo que grafica nuestra situación; el nos dice: el petróleo aún es barato
porque apenas refleja los costos de su extracción, más la ganancia de las com-
pañías y los impuestos que los gobiernos cobran por su explotación. Su precio
no tiene en cuenta la existencia limitada del mineral, su irrecuperabilidad y
los cientos de millones de años que la naturaleza necesitó para formarlo.
Concluye: se trata como que si una persona, al encontrar un tesoro en-
terrado, decidiera venderlo a un precio que cubriera apenas los gastos del tra-
bajo para desenterrarlo y un pequeño margen de ganancia. 3
Este ejemplo, lo mismo es aplicado a los elementos bióticos de la ecós-
fera, ya que un bosque milenario (con toda su fauna incluyente), es derribado
a tierra en cuestión de horas por medio de motosierras o tractores que dan
cuenta del adelanto tecnológico de la época, despreciando el tiempo que le lle-
vó a la naturaleza generar un segmento ecológico de esas particularidades y
dejando de pensar que no existe tecnología que reponga los elementos des-
truidos.
En la actualidad, africanos, latinoamericanos y asiáticos generamos el
enriquecimiento de los países industrializados. Podríamos afirmar que el 40
por ciento del petróleo que esos países consumen, lo proporcionamos noso
nos. En ese mismo orden, el 98 por ciento del manganeso, el 81 por ciento del
estaño que aquellos importan, proceden de nuestros países.
4
Pues bien, de lo
que se trata es de entender que ni siquiera somos capaces de apreciar el im-
pacto ambiental que generamos en la explotación de nuestra naturaleza.
Hoy confrontamos una crisis de valor, por tanto, se hace necesario in-
cluir en las actividades de la humanidad, un nuevo contenido ético a partir del
3 José Lutzernberger,
Manifiesto Ecológico,
Cuenca, Publicaciones del Departamento de Difusión
Cultural de la Universidad de Cuenoa, p. 18.
4
Dimitri Volski,
"La Estrategia del
Absurdo",
Editorial del periódico Trud,
Tiempos Nuevas,
(Meced), No. 7, (1985), p. 10.

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