Ordenanzas Metropolitanas. 041-2022 De protección, fomento y preservación del arbolado urbano en el marco de la red verde urbana, reformatoria del Código Municipal

Número de Boletín597
SecciónOrdenanzas Metropolitanas
EmisorCONCEJO DEL DISTRITO METROPOLITANO DE QUITO
Martes 8 de noviembre de 2022Registro Ocial - Edición Especial Nº 597
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EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
El territorio en el que hoy en día se asienta la ciudad de Quito, antes de la llegada de
los incas y de los conquistadores europeos era un territorio mega biodiverso y estaba
conformado por selvas, quebradas, ríos, lagunas y chorreras, además de las zonas de
cultivos de los pobladores precolombinos. Existía en este espacio una riquísima flora y
la fauna asociada.
Con la colonia inició una significativa, continua y creciente erradicación de la flora
con fines de explotación forestal, agrícola, ganadera y posteriormente conformación
urbana.
Desde el siglo XVIII, principalmente, científicos y botánicos de renombre hicieron
investigaciones sobre la flora propia de los suelos de lo que hoy es el Distrito
Metropolitano de Quito, dejando claro para la posteridad el valor de muchas de las
especies nativas y propias de los ecosistemas andinos que aún son objeto de
investigación en la actualidad.
La pérdida de identidad y la incorporación de prácticas foráneas, tanto agrícolas como
pecuarias, se han reflejado a nivel ecológico en la disminución de la cobertura vegetal
propia del suelo de Quito y, con ello, la desaparición progresiva de las especies de
mamíferos, reptiles, avifauna y entomofauna asociadas.
Asimismo, debido a la incorporación de aspectos estéticos foráneos, actualmente los
viveros del país fomentan la producción de especies forrajeras, cubre suelos,
ornamentales, arbustivas, frutales y arbóreas de origen foráneo, quedando relegada la
producción de especies nativas y endémicas, para uso paisajístico y forestal, a una
limitada cantidad de opciones. Únicamente en los viveros municipales se iniciaron
proyectos de producción de vegetación nativa para uso en espacios públicos.
Hoy en día, la tendencia en los procesos de restauración ecológica urbana es volver a
recrear las condiciones de cómo eran los espacios antes de su primera intervención.
Para ello se aplican conceptos como la conversión de espacios hacia ecosistemas
silvestres (rewilding), la promoción de infraestructura verde como servicios básicos
indispensables para la vida en la ciudad, la conformación de barrios y ciudades
forestales y bosques urbanos como medidas de adaptación y mitigación del cambio
climático; y, a menor escala, la conformación de corredores biológicos que permitan la
conectividad ecológica y paisajística a la vez que devuelven al suelo funciones de
infiltración de aire y agua que se perdieron por el desarrollo urbanístico mal enfocado.
Se busca también un manejo altamente especializado respecto a la gestión fito sanitaria
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que evite o erradique el uso de agroquímicos en los espacios urbanos que resultan
perjudiciales para los zoo-polinizadores.
Una de las prioridades del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ)
responde a la necesidad de fortalecer la implementación de la Red Verde Urbana
(RVU), propuesta que surge en 2011 a través de la Secretarías de Ambiente; Territorio,
Hábitat y Vivienda, y la entonces Gerencia de Espacio Público, con el fin de contribuir
a la conservación del patrimonio natural del DMQ, integrar e incrementar
sistemáticamente los componentes del entorno natural que rodean a la urbe o se
incluyen dentro de ella, para reconocer u otorgarles funciones dentro del concepto de
como parte de la infraestructura verde y ciudad sostenible.
La RVU es una estrategia definida por el Municipio del DMQ, que ha sido incorporada
en el Plan de Uso y Gestión de Suelo (PUGS), como parte del Plan Maestro de Espacio
Público, como un instrumento de obligatoria aplicación en el corto y mediano plazo,
con el objetivo de promover la conectividad de la cobertura vegetal y de los
ecosistemas, a través de los diferentes espacios del entorno paisajístico urbano
representativo de la ciudad, en espacios naturales como quebradas, relictos de bosque,
parques metropolitanos y barriales, y arbolado vial (avenidas principales y
secundarias). También el espacio público con sus áreas de permanencia, sistemas de
circulación peatonal, movilidad alternativa y la contribución privada con antejardines,
patios posteriores e interiores, arbolado privado, jardines verticales y terrazas verdes.
La RVU tiene como objeto aportar a la conservación de la biodiversidad mediante la
incorporación sustancial del arbolado, los arbustos y la vegetación cubre suelos,
mayormente nativa. También, contribuir como sumideros de los gases de efecto
invernadero (GEI), reducir el efecto de las llamadas islas de calor y aumentar la
resiliencia del DMQ frente a los efectos del cambio climático y otras amenazas
naturales, a la vez que pretende generar una cultura más amigable con el patrimonio
natural y el espacio público.
La RVU considera como uno de sus componentes principales la recuperación de la
cobertura vegetal al interior de la llamada mancha urbana, principalmente con
especies nativas, las cuales por naturaleza están adaptadas a los suelos y pisos
climáticos del DMQ. En este sentido, son útiles las recientes investigaciones realizadas
por universidades y otras instituciones de Quito sobre la flora, que ofrecen una
importante y valiosa referencia del acervo genético del que se puede disponer para la
propagación e incorporación de especies nativas herbáceas y arbustivas para las
intervenciones en el espacio público.
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La Secretaría de Ambiente considera necesario incrementar permanentemente las áreas
urbanas arboladas y con vegetación, distribuirlas equitativamente en el territorio y
garantizar su protección y mantenimiento. Es fundamental que dichas áreas sean
arboladas, para que cumplan la función de producir servicios ambientales, de manera
especial en relación con los efectos del cambio climático y como una política pública de
salud.
Uno de los componentes más importantes de la RVU es el arbolado urbano, que se
complementa con las otras áreas vegetadas urbanas para la integración y la
conectividad de la cobertura vegetal a lo largo y ancho de la ciudad. El arbolado urbano
constituye parte del patrimonio natural del DMQ y es un elemento vital del espacio
público. No obstante, se deben también considerar las especies arbustivas, rastreras,
trepadoras, las terrazas verdes, bosques verticales y jardines verticales, como medidas
complementarias a implementar, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y
recuperar las funcionalidades y servicios ambientales en entornos urbanos.
La deseable presencia del arbolado urbano en la infraestructura verde en general,
precisa, necesariamente, de un cuidado continuo a lo largo de los años, de forma que
todo árbol adulto, sano y todo ajardinamiento, sean el resultado de un esfuerzo
técnico y económico coherente y planificado. Esto constituye, en definitiva, un
patrimonio público, que puede y debe valorarse, a efectos de su resarcimiento en caso
de daños y perjuicios.
Sin duda, el contar con elementos de vegetación natural en la ciudad hace que la calidad
de vida de los ciudadanos mejore, vincula a las personas con el espacio público y
promueve el cuidado del ambiente y el respeto del mobiliario urbano.
En el DMQ, los procesos constructivos, públicos y privados, afectan o eliminan las
estructuras arbóreas, arbustivas y jardines preexistentes parcial o totalmente previo al
inicio de sus actividades o durante las mismas. Además de que sobreestiman su
capacidad de resiliencia ante la incorporación de asfaltos, concretos, reducción de
espacio, entre otros.
Conforme al diagnóstico estratégico del eje territorial, establecido en el Plan
Metropolitano de Desarrollo y Ordenamiento Territorial vigente, que dice:
“la falta de regulación institucional para la generación sistemática (ordenamiento territorial,
entorno arquitectónico) y uso adecuado del espacio público acentúa la indiferencia ciudadana,
tanto individual como colectiva, respecto a la apropiación requerida para la cogestión más
eficiente. Esto se evidencia en el vandalismo y la inseguridad que generalmente se asocian al
emplazamiento de una plaza o un parque en la ciudad. Además, no existe un programa municipal
sostenido de concientización que promueva la apropiación del espacio público y la

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