Eutanasia: Felici vel honesta morte morí

AutorByron Silva
Páginas128-132
128
EUTANASIA:
FEucI
VEL HONESTA
MORTE
MORI
Byron
Silva
Eutanasia:
Felici
vel
honesta
morte
mori
Un
perro
que
muere
y
sabe
que muere
y
puede
decir
que
sabe
que
muere
como
un
pe
rro, es
un
hombre.
1
Hace
frío.
Es
un
día lluvioso.
El
cielo
ha
bajado
como
si
pretendiera
ahogar
a
la
tierra.
Gotas
sin
esperanza
caen
de
soladamente
gruesas.
La
pequeña
cafetería
de
la
Universi
dad
está repleta.
Los
vidrios
empañados.
Voces
alrededor:
Un
café
y
un
brownie,
por
favoi
A
ini
me
da
un
sánduche,
¿
Cuánto
cuesta
un
jugo?,
Una
botella
de
agua,
porfa.
He
ahí
los
alimentos
que
aplacarán
el
hambre
de
la
primera
ho
ra.
Hay quienes bien despiertos
y
mal
sentados apuran
su
desayuno
con
un
cigarrillo
que
humea
a
dueto
con
el
café
caliente.
El
cigarrillo
en
el
cenicero,
el
café
en
la
tasa.
En
el
fondo
del
local,
al
lado de
la
ventana, sobre
una
estrecha
y
pesada
mesa,
algunos
estudiantes
han
madrugado
a
discutir
acaloradamente.
Por
una noticia
de
periódico.
Estoy
seguro
—dijo
el
Sapo
con gran
énfasis—
que
tú,
yo
y
todo
mundo desea
morir,
como decían
los
antiguos
ro
manos,
de
forma
feliz,
decente,
o
sea,
tranquila
y
sin
su
frimiento. ¿O
es
que
acaso
anhelas
morir llena
de
sufri
mientos
y
angustiando
alos
demás?
¿Quién
no
prefiere
tener una buena
muerte? ¿Por
qué,
entonces, sería
ilícito
evitar
con la
muerte
los
sufrimientos
a
una persona
que
no
tiene
posibilidad
de
vivir,
que
ya
no
quiere vivir?
Tienes
razón, pero
de
cualquier
forma
que
lo
pintes,
pa
ra
mí, la
eutanasia
es
un
asesinato,
por
más
que
el
parla
mento
holandés, una corte británica,
un
tribunal
español
o
lo
que
sea,
lo
aprueben
en
una
ley
o
en
una
sentencia.
—espetó
Maríagracia
en
la
cara
del
Sapo—
Siempre
ha
sido
un
crimen,
aunque
el
mismo
enfermo
lo
pida,
por
que
siempre
queda
la
duda
de
que
pueda
recobrar
la
sa
lud
y,
sobre todo,
porque
la
vida
es
un don
divino
del
que
no
se
puede disponer
así
nomás.
Si
quieres
remon
tarte
a
los
antiguos
te
menciono
de
pasada,
sin
querer
pecar
de
erudita,
lo
que
dejo
dicho
Hipócrates,
más
o
menos:
No
daré
ningún
veneno
a
nadie,
aunque
me lo
pidan,
ni
tomaré
nunca
la
iniciativa
de
sugerir
tal
cosa.
Además,
eso
de
buena
muerte
no
significa
lo
mismo
pa
ra
todo mundo.
Ya
—interrumpió
el
Sapo—. Pero
también
se
debe
tomar
en
cuenta
al
sabio
Platón
que
aconsejaba
que
el
Estado
debe
cuidar
de
quienes
gozan
de salud de
alma
y
cuerpo
y
que
se
debe
dejar
morir
a
quienes
no
sean
sanos
de
cuerpo.
O
sea,
que
no
tiene mucho sentido
mantener
vi
vas
a
personas
que
desde
hace
rato
pueden
y,
sobre
todo,
quieren
morir.
En la
Grecia
y
la
Roma
antiguas
había una
amplia aceptación
en
la
práctica
de
la
eutanasia.
Fueron
el
judaísmo
y
el
cristianismo
los
que contribuyeron,
en
mi
opinión
de
forma
contradictoria,
a
difundir
la
noción
absoluta
de
la
santidad
de
la
vida
humana
y
de
que uno
no
puede privarse
de
la
vida
de
manera
deliberada. No
te
olvides
que,
sin
embargo,
los
mismos cristianos
unas
ve
ces
murieron
por
la
fe
y
otras,
las
más,
mataron
por
la
fe.
¡Por
favor!
¿Qué
dicen,
queridos?
—interrumpió
la
Fla
ca
poniendo cara
de
asco-
Con
lo
dura
que
es
la vida,
con
todo
lo
que
me
cuesta
mantenerme
bella
y
hermosa,
¿por
qué
no
darme
una
buena
muerte
si
está
al
alcance
de
mis
manos?
Más
fácil
y
sin
resucitar
a
tantas
antigüe
dades.
—Meneaba
su
cabeza
de
una
lado
a
otro,
interro
gante,
las
manos
abiertas
para
arriba.
Se
quedaron
todos
mudos,
las
cejas
en alza.
Con
los
ojos
fuera
la
miraban.
Así
era
la
Flaca.
Descomplicada.
Prag
mática.
Una
preciosa.
Intervino
Isaías.
No
me
acusen,
por
favor,
como
otras veces, de
relativis
ta.
Creo
que
todos
tienen
algo
de
razón
a
su
manera.
Se
trata,
simplemente,
de
poner
las
cosas
en
su
lugar
y
de
aclarar
el
punto
de
cada
uno.
—sentenció.
Isaías
ya
olía
a
catedrático.
Por
un
momento
el
tono
de
la
discusión
bajó.
El
Sapo,
Maríagracia
y
la
Flaca
pusieron
atención
a
lo
que Isaías
te
nía
que
decirles.
Los
curiosos
de
la
mesa
de
al
lado
apunta
ron
la
oreja
en
esa
dirección. Por
un
instante
hubo
silencio.
¿Se
detuvo
el
tiempo?
*
**
A
partir
del
1
de
abril
de
2002,
Holanda
es el
primer
país
que
permite
la
práctica
de
la
eutanasia
activa.
Para
que
tal
práctica
no
constituya
delito,
la
nueva
ley
holandesa exige
el
cumplimiento
de
los
siguientes
requisi
tos:
1)
que
el
enfermo
esté
sometido
a
un
sufrimiento
inso
portable
sin
que
exista
perspectiva
de
mejora
alguna;
2)
que
el
desahuciado
exprese
de
forma
categórica
e
inequívoca
su
voluntad
de
cesar
en
la
vida;
3)
que
se
cuente
con
la
opinión
de
otro
médico;
y
4)
que
el
facultativo
que
ayudó
a
morir
in
forme
de
inmediato
a
una
de
las
comisiones
de
ética para
que
estudie
el
caso
y
juzgue
si
se
han
respetado
los
requisi
tos
precedentes.
En caso
contrario,
la
comisión
tiene
la
obli
gación
de
informar
al
ministerio
fiscal
para
que
se
siga
la
acción penal
correspondiente.
La
mencionada
ley
introduce
también
dos
novedades
en
relación
con
la
jurisprudencia
que
desde
1973
vienen
san
cionando
los
tribunales holandeses:
1)
el
testamento
vital,
que
es
una
declaración
previa
por parte
de
aquellos
mori
bundos
que
en
el
último momento
no
tienen
capacidad
para
manifestar
su
deseo
de
morir,
y
2)
la
posibilidad
de
que
los
menores
a
partir
de
los
16
años
de
edad puedan pedir
la
eu
tanasia
activa
sin
autorización
previa
de
sus
progenitores.

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