No dejéis a las niñas que vengan a mí'...
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AJEDREZ
"NO DEJÉIS A LAS NIÑAS
QUE VENGAN A MÍ"
Quito, junio de 1830. Un grupo de jinetes lle-
ga hasta la Marquesa de Solanda, la espo-
sa del Mariscal Antonio José de Sucre, con
una noticia fatal: El Héroe de Ayacucho ha
sido asesinado. Al difundirse la noticia, en
horas, la casa de la viuda se llenó de ami-
gos, conocidos y curiosos que se negaban
a aceptar esa tragedia. Entre los presentes
estaba Isidoro Barriga, militar bogotano que,
sin hacerlo físicamente, en su imaginación
se frotaba las manos al ver aquella viuda jo-
ven y apetitosa.
Y en medio de tanto dolor y soledad, el ge-
neral Barriga se convirtió en el tranquilizador
de la Marquesa, al punto que, apenas trans-
currido un año, ella pidió permiso a la Curia
para casarse. En aquel entonces se ordenaba
guardar un luto riguroso de cinco años y, a
regañadientes, el arzobispo aceptó que ella
se casara de nuevo.
Barriga era un playboy de la época, juerguis-
ta, tahúr, mujeriego, buenavida y vividor, sin
una moneda en los bolsillos y sin callos en
las manos porque odiaba el trabajo. Una
tarde de domingo, después de un almuerzo
sibarita, el general Barriga, muy cariñoso y
travieso, se dedicó a jugar en el balcón con
la hija de la Marquesa, que apenas tenía tres
años. La lanzó al aire y no la pudo retener. La
pequeña se estrelló contra el piso de la calle,
y murió allí mismo.
Casi siempre, los sucesos del ajedrez se re-
suelven de manera dramática. Pero la reali-
dad es, siempre, innitamente más despia-
dada.
Acá el blanco mata en dos movimientos.
Aunque no es fácil, al principio, ver de qué ma-
nera lo va a lograr apenas en dos jugadas. Aquí
también, parece un movimiento inocente…
y el ajedrez
Ramiro Díez
1: Da1.
Si 1: …a4, 2:Dxp mate
Si 1: …Rb5, 2: Df1 m ate
Si 1: …b5, 2: Df6 mate
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