Postmodernidad y pluralismo jurídico

AutorFernando de Trazegnies Granda
Páginas28-35
28
Postmodemidad
y
pluralismo jurídico
Postmodernidad
y
Fernando
de
Trazegnies
Granda
pluralismo
jurídico
1.
INTRODUCCIÓN
El
propósito
de
este
ensayo
es
intentar
una
reflexión
so
bre la
manera
como
el
Derecho
puede encarar
el
problema
de
la
diversidad
de
culturas
y
tradiciones
que
existen
en
el
in
tenor
de
muchos
de
los
países
de
América
Latina.
En
otras
palabras,
quisiera
plantear
el
problema
de
las
relaciones
en
tre
multiculturalidad
y
pluralismo
jurídico.
Usualmente,
este
tema
es
enfocado desde
la
perspectiva
de
la
tradición
y
la
modernidad:
el
pluralismo jurídico,
en
tendido como
un
reconocimiento
legal
de
la
multiculturali
dad,
es
propuesto como
una
afirmación
-o
como un rescate
o
incluso
como
una
reivindicación-
de
nuestra
tradición.
Di
cho
de
otra manera,
la
tradición,
con todo
su
aspecto
multi
color,
representaría
lo
auténtico,
lo
nacional,
lo
que
es
admi
tido
sin
reparos;
en
cambio,
la
modernidad
sería
lo
foráneo,
lo
invasor,
lo
extranjero,
lo
europeo,
lo
sospechoso
y
aún
lo
peligroso para
la
conservación
de
la
identidad
nacional.
No
cabe duda
que
es
importante
vincular
nuestras
cultu
ras
actuales con
el
pasado,
establecer
los
antecedentes
gené
ticos,
genealógicos,
de
nuestro
ser
propio.
Sin
embargo, esa
perspectiva
conileva también
un
grave
riesgo
de
romanticis
mo
y
de nostalgia:
el
pasado
se
convierte
en
el
original
y
el
modelo,
el
prototipo
y
el
modelo
a
imitar,
y
todos
nos
pone
mos
bucólicos
y
pastoriles.
No
debemos
olvidar
que la
vida
no
se
juega
en
el
pasado
sino
en
el
presente,
de
cara
hacia
el
futuro.
Por
ello,
pienso
que
el
pasado
y
la
tradición
tienen
que ser
proyectados
hacia
adelante: no
pueden
servir
de
fre
no
ni
menos
de
impulso
para un retroceso
frente
a
la
moder
nidad,
sino
que
deben constituir
más
bien
un
estímulo
para
una
superación
de
la
modernidad
en
una
postmodemidad
en
riquecida
con
nuestras
divergencias
y
nuestras
originalida
des.
Estas
últimas
consideraciones
me
llevan,
entonces,
a
pre
sentar
el
problema
desde
un
ángulo
diferente:
lo
fundamen
tal
de
la
cuestión
no
se
encuentra
en
la
relación
tradición-mo
dernidad
sino
en
la
relación
modernidad-postmodemidad.
II.
LA
MULTICULTURALIDAD
EN
AMÉRICA
LATINA
Ante
todo,
debemos
comenzar por
plantear
la
existencia
de la
multiculturalidad,
no
como
un
simple
rezago
del
pasado
sino
co
mo
un
hecho
actual:
las
diferencias
culturales
no
son
meras
fan
tasmas
que nos llaman
desde
el
pasado
y
que
evocan
coherencias
perdidas en
el
tiempo,
sino
que
son
vivencias efectivas de
los
di
fetentes
sectores
de
nuestra
población.
En verdad,
no
hay
país
moderno
que
no sea
un
crisol
donde
se
han
fundido múltiples
culturas,
donde
valores,
creencias
y
formas sociales
muy
diferentes
no
se
hayan
da
do
cita
de
manera
más
o
menos
tumultuosa.
Sin
embargo,
algunos países
han logrado
integrar
esos
ingredientes
al
punto
de
formar
nacionalidades
nuevas,
culturas distintas
y
propias;
otros,
no
han
tenido
el
mismo
éxito
y,
si
bien
nin
guna
de
las
culturas
que
los
componen
han quedado
incon
taminadas,
el
crisol
no
ha
logrado fusionarlas
a
todas
en
una
sola cultura
nueva.
Es
fundamentalmente
en
este
últi
mo
caso que
hablamos
de
multiculturalidad.
América Latina presenta
muchos
casos (no
todos)
de
países
multiculturales. Incluso
ya en
tiempos
prehispáni
cos,
el
territorio
de
esos países
alojaba una
gran
diversidad
cultural:
diferentes
lenguas,
diferentes pueblos, diferentes
religiones
y,
presumiblemente,
diferentes formas
de
organi
zación
social.
Habían
culturas
andinas
y
culturas
costeñas,
pueblos
de
agricultores
y
pueblos
de
pescadores,
adorado
res
del
Sol
y
adoradores
de
la
Luna,
con
las
consecuencias
importantísimas
que
estas
diferencias conllevan.
Algunos
de
esos
pueblos
intentaron
una integración,
afirmando polfticamente
su
cultura
sobre
las
otras
a
través
de
una
conquista.
El
Imperio
Incaico
en
Perú,
el
Imperio
Azteca
en
México,
para
no
citar
sino
los
casos más
cerca
nos
en
el
tiempo,
trataron
de
organizar
como
un
solo
Esta
do
a
diversos pueblos.
No
lo
lograron
completamente
pues,
al
llegar
los
españoles
y
desafiar
el
poder
aglutinador
de
esos
imperios,
la
debilidad
de
la
integración
se
puso
de
ma
nifiesto:
las
diferentes
etnias
que
conformaban
los
imperios
aprovecharon
para
plantear
sus
reivindicaciones
y
muchas
veces
apoyaron
a
los
españoles
en
contra
de
la
autoridad
imperial
prehispánica, facilitando
el
triunfo
de
estos
ex
tranjeros
porque consideraban
también
al
Imperio como
fo
ráneo, en
tanto que
los
había
sojuzgado
para hacerlos
for
mar
parte
de
un
mundo
-quechua, azteca- con
el
cual
no
te
nían
una
plena
identidad
cultural.
Durante
el
Virreynato,
aun
cuando
de
hecho
se
va
a
pro
ducir una
cierta
integración
a
través
del
mestizaje,
el
Dere
cho
occidental
y
la
concepción
social
europea contribuyen
-a
veces
con
la
mejor
de
las
intenciones-
a
marcar
las
dife
rencias,
redistribuyendo la diversidad
cultural
en
formas
antes no
conocidas.
La
preocupación
oficial
del
Gobierno
español
de
proteger
al
indio lleva
a
la creación teórica
de
dos
mundos
coexistentes:
la
república
de
indios
y
la
repú
blica
de
españoles, acentuando
de
esta manera
la
separa
ción
de
estos
dos
grupos sociales.
El
evidente
mayor
poder
de
facto
de
la
república
de
españoles
lleva
a
no
sólo
esta
blecer
una
diferencia
sino
también
a
disponer
una
jerar
quía:
la
república
de
indios
quedará sometida
a
la
repúbli

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