¡Qué Crimen, sin ningún castigo!

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AJEDREZ
¡QUÉ CRIMEN, SIN NINGÚN CASTIGO!
“Ese personaje es un psiquiatra que se ha dedicado a
escribir novelas”, dijo alguien acerca de Fiódor Dos-
toyevski, el gran escritor ruso del SXIX. Y este juicio
no estaba exagerado. El mismo Freud señaló que leer
las novelas de aquel personaje le habían representado
luces imprescindibles en la elaboración de su teoría
del psicoanálisis.
Y su vida, desde su misma infancia, fue de una in-
tensidad dramática que bien podría servir de argu-
mento a varias novelas. En alguna ocasión, con otros
condenados a muerte, estuvo arrodillado, con los ojos
cubiertos por una venda, y escuchó el grito del co-
mandante del pelotón de fusilamiento cuando dijo:
“¡Apunten….dispar….” Y en ese momento se escuchó, al
otro lado de la plaza, la voz de un hombre que, sobre un
caballo, venía a todo galope. El hombre gritó con todas
sus fuerzas: “¡Alto…alto… por orden del Zar de todas las
Rusias…alto….” Y se detuvo el fusilamiento.
En ese momento también nos salvamos sus lectores
porque pudimos muchos años después, y no frente
al pelotón de fusilamiento, (recordando a García Már-
quez), disfrutar de sus novelas. Su crimen había sido el
pertenecer a un grupo que pretendía ideas moderni-
zantes frente a la cavernaria política zarista de la Rusia
de aquel entonces.
Pero hubo otro crimen de Dostowievski que no merece
perdón. Una princesa rusa llamada Tatiana, se enamo-
ró de él. Tenía apenas veinte años, cabello rubio, ojos
verdes, gatunos, color esmeralda, y unos labios frutales,
irresistibles. Ella tomó la iniciativa y le declaró su amor.
“Quiero que mi primer encuentro de amor sea contigo.
Quiero ser tuya. Nos encontraremos en el Hotel Schep-
pen Eck, de Wiesbaden, en Alemania. No te preocupes
por el dinero. Yo cubriré todos los costos. Para evitar
sospechas, yo viajaré ocho días antes, y allí nos encon-
traremos el día… Y para que puedas viajar sin proble-
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“Dinero”: esa era la palabra clave para Dostowievski,
que era, además, ludópata incurable. Tatiana viajó y
días más tarde, Dostowievski tomó el tren a Wiesba-
den. Pero en el camino se detuvo en cada pueblo para
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sin un centavo, llegó al hotel con varios días de retraso
para la cita de amor, y solo encontró una nota de la
y el ajedrez
Ramiro Díez
1 De6 jaque.
Y si el negro toma la dama blanca, el blanco responde
con Torre a la casilla b8, y obliga al mate.
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mi primera noche de amor fue para otro que ni siquiera me
preguntó mi nombre. Se marchó cuando mi cama todavía
estaba tibia.”
Ese fue el crimen de Dostowievski. No se necesita ser el zar
de ninguna parte, para quererlo fusilar.
A diferencia de Tatiana, en ajedrez, cuando una dama se
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