Derrota y triunfo del gran elector: elecciones 2002 en Ecuador

AutorGabriela Córdova
CargoLicenciada en Sociología, Universidad Central del Ecuador
Páginas37-43
ICONOS 37
Gabriela Córdova*
Tras la crucial actuación de los medios de co-
municación colectiva en la deslegitimación
del gobierno de Abdalá Bucaram y el exitoso
golpe de Estado de febrero de 1997, se po-
dría pensar que su incidencia en la formación
de la opinión de la sociedad ecuatoriana es
decisiva. Esta idea se vio reforzada cuando
Jamil Mahuad, candidato elegido por los me-
dios, tras una auspiciosa campaña publicita-
ria accedió a la presidencia en 1998. Sin em-
bargo, el dudoso conteo electoral -que hizo
suponer que las elecciones fueron ganadas en
el Tribunal Supremo Electoral antes que en
las urnas- insinuaba la posibilidad de que esa
incidencia mediática no fuera tan incuestio-
nable como la publicidad cree.
Tanto las elecciones de 1996, como las de
1998, exhibieron fisuras en la capacidad de
los grandes medios de comunicación colecti-
va, en funciones de “gran elector”, para in-
corporar la voluntad de grandes sectores so-
ciales a la votación que la ideología domi-
nante requería. No obstante, tres años del
estabilizador” gobierno de Gustavo Noboa
parecían haber subsanado esas nacientes fra-
gilidades y restituido a los medios la impres-
cindible credibilidad y confianza que el esta-
blecimiento exige para garantizar la repro-
ducción de sus nociones homogeneizadoras.
Con este panorama, bien se pudo con-
cluir que el público-receptor había perdona-
do a los medios el desliz de arrogarse funcio-
nes propias de partidos políticos. Tal vez
Ecuador había comprendido que, ante el
prolongado quiebre del sistema partidario, la
única alternativa posible era que los grandes
comunicadores llenaran el vacío de sistemati-
zación y canalización de las demandas socia-
les hacia el Estado y, al mismo tiempo, con-
tribuyeran a su institucionalización.
Los productores mediáticos encararon el
proceso electoral de 2002 con la tranquilidad
que esta visión prometía. Iba a ser una elec-
ción más. Entre múltiples representantes
consagrados, de seguro se escogería un nuevo
rostro que expresase adecuadamente lo de
siempre.
La competencia entre los mismos
augura resultados conocidos
Once candidaturas se ofrecieron como un
juego de cartas a la mirada del elector. Para
orientar su valoración, el periodismo se en-
cargó de recordarle que el ganador recibiría
un país en crisis y que su máxima aspiración
debía ser alcanzar la inasible meta de la esta-
bilidad. Primó la palabra que oferta la conti-
Derrota y triunfo
del gran elector:
elecciones 2002 en Ecuador
* Licenciada en Sociología, Universidad Central del
Ecuador; postgrado en Diseño de investigación sobre
redes de información, Universidad de La Habana; ma-
gíster en Estudios Latinoamericanos, mención comu-
nicación, Universidad Andina Simón Bolívar, sede
Ecuador.

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